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El Loco, tan loco como siempre
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El Loco, tan loco como siempre
Nadie sabe desde cuando le llaman El Loco, pero tampoco nadie se pregunta por qué. En su familia lo intuyeron enseguida y lo confirmaron cuando, antes de cumplir los cinco años, cogió la pistola de su padre -policía en el departamento de Lavalleja- y se marchó solo hasta la casa de su abuela jugando con ella. Un chico que iba para jugador de baloncesto, que hizo sus pinitos como periodista... y que este viernes dejó al mundo con la boca abierta cuando tiró a lo Panenka el decisivo penalti de cuartos de final ante Ghana.
[foto de la noticia]
Abreu, con lágrimas en los ojos, tras marca su penalti ante Ghana.
Cuesta imaginar a Sebastian Abreu (Uruguay, 1976) trabajando como periodista o jugando al baloncesto de modo casi profesional, pese a que estatura (1,93 m) no le haya faltado. Abreu incluso llegó a estar convocado con la selección uruguaya sub-16 de baloncesto, pero una falta de disciplina acabó con su carrera como internacional en esta modalidad. La noche previa a que el técnico diera la lista definitiva, Abreu y un compañero se escaparon de la concentración y llegaron a las cuatro de la mañana. Sólo le pillaron a él. Un año más tarde, fue convocado con la sub-17 de fútbol.
Con 14 y 15 años, cuando su carrera deportiva no estaba tan clara, el '13' de Uruguay ejerció como periodista en un diario local de Lavalleja, El Serrano. En este periódico se encargaba los fines de semana de algunas crónicas de fútbol y baloncesto de los campeonatos departamentales, hasta que un día le tocó cubrir un partido que el mismo jugaba. Obviamente, Abreu fue elegido como mejor jugador del partido y el periódico incluyó una entrevista en la que entrevistador y entrevistado eran la misma persona: Sebastián Abreu.
El Loco debutó como profesional en 1994 en el Defensor Sporting de Uruguay. Ya en Argentina, un fallo a puerta vacía como jugador de San Lorenzo le otorgó fama internacional. El Deportivo de La Coruña fue su siguiente paso, donde Abreu sólo destacó en algunos partidos claves en Riazor -especialmente ante Real Madrid y Barcelona-. Una lesión fingida ante el Mallorca, cuando el balón se jugaba en la otra punta del campo y su rival más cercano estaba a un metro, fue el epílogo de su paso por Primera División.
Tras jugar en Gremio, Tecos y otra vez San Lorenzo, Abreu firmó por fin con el equipo al que adoró desde niño, el Club Nacional de Football -al que recientemente ayudó cuando su situación económica le hizo temer por su desaparición-.
Muchos equipos; una camiseta
Es una tradición ver la camiseta que Sebastián Abreu luce cada vez que consigue un título. No porque se espere alguna locura nueva, sino porque siempre es la misma. Una camiseta llena de retales a la que ha ido añadiendo recuerdos nuevos con el paso del tiempo. Y no le falta de nada.
Un trozo de la camiseta de la selección del departamento de Lavalleja (1) que utilizaba su padre, Washington Miguel, otra parte de la camiseta de Uruguay (2) con su número 13, una foto de sus hijos (3), el escudo del club de sus amores, Nacional (4) y la bandera uruguaya (5) tienen cabida en esta camiseta.
El peor recuerdo
Como futbolista del Cruz Azul mexicano llegó el momento más duro de su carrera, cuando perdió a un amigo en un accidente de tráfico. Abreu despertó sin recordar nada en el hospital, pero salvó la vida. "Afronto las tragedias con la moral altísima. El dolor ratifica mi ser. Era de madrugada, iba con un amigo, llovía. Cada tanto vuelvo a ver esa película, antes de dormir. Fue y es jodidísimo".
Este accidente no hizo más que afianzar su visión del fútbol: "Esos son los dramas de verdad, no un partido. A veces voy a cabecear en los córners y entro gritando: '¡Llegó el tsunami del área!'. Y se cagan todos de risa. Hasta los rivales".
Mientras Sebastián Abreu se dirigía al punto de penalti para sellar la clasificación de Uruguay, media España se preguntaba si ese veterano futbolista de larga melena y tatuado con motivos religiosos tenía algo que ver con ese otro que se conoció en nuestro país por aquel fallo como jugador de San Lorenzo, que pasó sin pena ni gloria por el Deportivo y que en su regreso a España no pudo conseguir el ascenso a Primera con la Real Sociedad. Las dudas quedaron resueltas poco después. El Loco sigue estando loco.
[foto de la noticia]
Abreu, con lágrimas en los ojos, tras marca su penalti ante Ghana.
Cuesta imaginar a Sebastian Abreu (Uruguay, 1976) trabajando como periodista o jugando al baloncesto de modo casi profesional, pese a que estatura (1,93 m) no le haya faltado. Abreu incluso llegó a estar convocado con la selección uruguaya sub-16 de baloncesto, pero una falta de disciplina acabó con su carrera como internacional en esta modalidad. La noche previa a que el técnico diera la lista definitiva, Abreu y un compañero se escaparon de la concentración y llegaron a las cuatro de la mañana. Sólo le pillaron a él. Un año más tarde, fue convocado con la sub-17 de fútbol.
Con 14 y 15 años, cuando su carrera deportiva no estaba tan clara, el '13' de Uruguay ejerció como periodista en un diario local de Lavalleja, El Serrano. En este periódico se encargaba los fines de semana de algunas crónicas de fútbol y baloncesto de los campeonatos departamentales, hasta que un día le tocó cubrir un partido que el mismo jugaba. Obviamente, Abreu fue elegido como mejor jugador del partido y el periódico incluyó una entrevista en la que entrevistador y entrevistado eran la misma persona: Sebastián Abreu.
El Loco debutó como profesional en 1994 en el Defensor Sporting de Uruguay. Ya en Argentina, un fallo a puerta vacía como jugador de San Lorenzo le otorgó fama internacional. El Deportivo de La Coruña fue su siguiente paso, donde Abreu sólo destacó en algunos partidos claves en Riazor -especialmente ante Real Madrid y Barcelona-. Una lesión fingida ante el Mallorca, cuando el balón se jugaba en la otra punta del campo y su rival más cercano estaba a un metro, fue el epílogo de su paso por Primera División.
Tras jugar en Gremio, Tecos y otra vez San Lorenzo, Abreu firmó por fin con el equipo al que adoró desde niño, el Club Nacional de Football -al que recientemente ayudó cuando su situación económica le hizo temer por su desaparición-.
Muchos equipos; una camiseta
Es una tradición ver la camiseta que Sebastián Abreu luce cada vez que consigue un título. No porque se espere alguna locura nueva, sino porque siempre es la misma. Una camiseta llena de retales a la que ha ido añadiendo recuerdos nuevos con el paso del tiempo. Y no le falta de nada.
Un trozo de la camiseta de la selección del departamento de Lavalleja (1) que utilizaba su padre, Washington Miguel, otra parte de la camiseta de Uruguay (2) con su número 13, una foto de sus hijos (3), el escudo del club de sus amores, Nacional (4) y la bandera uruguaya (5) tienen cabida en esta camiseta.
El peor recuerdo
Como futbolista del Cruz Azul mexicano llegó el momento más duro de su carrera, cuando perdió a un amigo en un accidente de tráfico. Abreu despertó sin recordar nada en el hospital, pero salvó la vida. "Afronto las tragedias con la moral altísima. El dolor ratifica mi ser. Era de madrugada, iba con un amigo, llovía. Cada tanto vuelvo a ver esa película, antes de dormir. Fue y es jodidísimo".
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chuchiroko- USUARIO
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Fecha de inscripción : 03/07/2010
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